El fútbol otra vez de luto: Murió Alejandro Sabella

Sabella murió a los 66 años por un virus intrahospitalario que complicó una cardiopatía aguda. Su salud estaba deteriorada. A tal punto, que después del Mundial de Brasil 2014, el que la Selección Argentina estuvo a minutos de ganar pero sucumbió contra Alemania en el Maracaná, no volvió a dirigir. Por más que no le hayan faltado ofertas, claro. Y lo llora el país futbolero.
Pudo ser abogado y darán fe aquellos jóvenes que transitaban la Facultad de Derecho en la década del setenta sin imaginar que, muy pronto, llegarían los años de plomo. Eran los tiempos del pantalón Oxford y el cabello largo, el look dominante. Sin embargo, a Sabella le tiraba más la pelota que los libros y se sentía más cómodo con shorcitos y botines, sobre el verde césped que lo consagraría como futbolista. Fue en 1975, nada menos, cuando cambió el mapa del fútbol para River y para el Cabezón, apodo que arrastraba desde que era un niño inquieto de Barrio Norte. Ya había debutado con la banda roja, pero la esperada consagración después de 18 años aciagos lo motorizó.
Ya era Pachorra, apodo con el que el relator Marcelo Araujo lo bautizó en el Sudamericano Juvenil de 1974 porque le gustaba dormir la siesta. Roberto Perfumo le decía el “Mago”. Fueron 4 años en River y decidió emigrar. No había lugar para Alonso y para él. Ubaldo Rattín, representante del Sheffield United en la Argentina, le ofreció jugar en Inglaterra. Ya le había dicho “no” Mario Zanabria, figura de Boca, y Sabella no dudó. Los ingleses quedaron encantados con su juego después de un Superclásico y lo ficharon.
“El día a día es demasiado exigente”, dijo Sabella hace dos años, cuando se pudo recuperar de un cáncer. Entonces, aseguró: «Cuando yo estaba peleando para ver si seguía acá con ustedes o me iba para el otro lado, me acordé lo que les decía a mis alumnos, a mis jugadores: ‘No pueden dar menos del 100%’. Y si se los pedía a ellos, yo tenía que luchar para mantenerme con vida». Y luchó hasta el final, claro. Hasta que el corazón le falló y dijo adiós.