Espectáculo

Gran Hermano: la emoción de Selva luego de recibir a su marido, “El Bicho”, en el Congelados

La escena se desarrolló en cuestión de minutos, pero su impacto atravesó la pantalla, calando hondo tanto en los participantes como en el público. En una nueva entrega del segmento Congelados del reality Gran Hermano, emitido por Telefe, Selva Pérez vivió uno de los momentos más conmovedores desde que ingresó a la casa: la visita inesperada de su esposo, apodado “El Bicho”, quien llegó desde Uruguay para acompañarla en un momento anímico particularmente delicado.

La dinámica del juego impone que los jugadores queden completamente inmóviles cuando se activa el Congelados, mientras alguien del exterior entra en la casa sin que ellos puedan interactuar activamente. En esta ocasión, el visitante traspasó la puerta giratoria del living al ritmo de “Your Song”, de Elton John, y el reencuentro —aunque ella no pudiera moverse— tuvo un efecto catártico inmediato. Selva, quieta en su lugar, comenzó a llorar desconsoladamente apenas reconoció a su pareja, que se acercó con palabras de aliento, gestos cómplices y una mezcla de humor y ternura que desarmó toda resistencia emocional.

La visita de “El Bicho” fue una intervención con peso emocional concreto. Selva acababa de salir del confesionario en donde había manifestado su falta de confianza hacia los demás jugadores y explicitado su decisión de “jugar sin miramientos y votar a quien realmente desea”. En ese contexto, la irrupción de su esposo funcionó como un punto de inflexión.

“Vamos arriba, mirá lo que lograste”, le dijo “El Bicho” con voz temblorosa, al ver la reacción de su esposa. La frase hizo estallar en llanto a la oriental, que no pudo evitar quebrarse. El uruguayo confesó haber ensayado lo que iba a decir, incluso frente al espejo, pero que al verla quedó en blanco. “Tenía diez mil cosas para decirte y me olvidé de todo”, reconoció entre risas. La escena no pasó desapercibida entre los compañeros: Sandra Priore, con quien Selva había tenido reiteradas discusiones, también se emocionó hasta las lágrimas.

Además de las palabras, “El Bicho” dejó un regalo sobre la mesa para todos los participantes. Entre las frases que marcaron el reencuentro, una se destacó por su tono alentador: “Dale, vamos arriba que vos podés. ¡Mirá lo que lograste, que yo hablara y vos mudita! No te me bajoneés”, le dijo, intentando inyectar una dosis de alegría. “Qué loquita que sos. Siempre podés y lográs todo. Seguí disfrutando y viví el momento”, cerró.

El paso de “El Bicho” por la casa fue breve, pero dejó marcas visibles. Tras el episodio, Selva sufrió un cuadro de acidez y reflujo inmediatamente después del encuentro, en plena cocina, lo que evidenció el nivel de tensión emocional al que se encuentra expuesta. El cuerpo, en este caso, funcionó como el espejo de una carga acumulada durante semanas.

La reacción del resto de los jugadores fue diversa. Algunos se mostraron visiblemente conmovidos por la escena, mientras que otros optaron por mantener la compostura. Lo cierto es que este tipo de intervenciones externas, cuidadosamente armadas por la producción, actúan como descompresores del conflicto interno.

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