INFORME DE PERSPECTIVAS ECONÓMICAS GLOBALES Q4 2021
Una vez concluido el tercer trimestre de 2021, realizamos una revisión de lo acontecido en los mercados y una nueva proyección de nuestra visión de mercados para el próximo trimestre y lo que queda del año en curso.
El trimestre que cerró al finalizar octubre muestra que la economía global continúa en su proceso de recuperación y normalización de la crisis inducida por la pandemia, a pesar de que surgieron algunos obstáculos que redujeron la velocidad del repunte. La aparición y veloz propagación de la variante Delta llevó a nuevas situaciones de confinamientos, más estrictos en Asia y Oceanía, lo que condujo a la persistencia de problemas logísticos a nivel global y a un comportamiento más prudente de los consumidores y empresarios, lo que redujo el crecimiento proyectado para el trimestre con respecto a las estimaciones y al ritmo alcanzado durante el período anterior.
A su vez, la brecha sanitaria es un factor que sigue siendo determinante en el potencial de crecimiento y reactivación de la actividad económica global, siendo ahora más notoria en los países subdesarrollados, que aún carecen de un acceso a vacunas que les permita lograr avances significativos en sus programas de inmunización.
Seguimos considerando que la velocidad en la producción y despliegue de las campañas de vacunación en el mundo desarrollado, junto con los incentivos de lograr una inmunidad generalizada que impida el surgimiento de nuevas mutaciones, ayudará a reducir la brecha, dados los incentivos que hay para lograr una situación de homogeneidad en los programas y la predisposición a distribuir recursos sanitarios a las regiones con menor avance en su situación.
Esta desaceleración en el crecimiento, que proyectamos debería revertirse en el cuatrimestre actual, no impidió que los incrementos en el nivel de precios continuaran en niveles elevados y que el debate acerca de la transitoriedad o no de los aumentos se mantenga como protagonista en el debate de los mercados y las autoridades a cargo de la política económica.
El aumento de la oferta monetaria, la laxitud de la política económica y la aparición de cuellos de botellas logísticos a raíz de las distorsiones provocadas por cese de actividades durante 2020, contribuyeron a generar una presión de precios propiciada principalmente por subas vertiginosas en los precios de las materias primas y los costos de transporte, lo que tuvo, y aún tiene, un impacto generalizado en los procesos productivos y las canastas de consumo globales.
En el corto plazo, la inflación podría mantenerse bajo presión alcista, debido a la persistencia de los factores previamente descriptos, sumado a un entorno en el cual esperamos un crecimiento de la demanda a raíz de la normalización sanitaria, del sector de los servicios que se contrajeron por los confinamientos y donde hay un problema de suministro e inventarios en materias primas de origen energético e industrial. Sin embargo, estimamos que las presiones se irán contrayendo con la paulatina normalización de las cadenas logísticas y productivas, durante el 2022.
Lo que sucede en el plano inflacionario es de suma importancia debido a que es uno de los principales factores condicionantes del accionar de los bancos centrales. Durante el trimestre pasado las autoridades de países desarrollados sostuvieron sus políticas acomodaticias, aunque aparecieron las primeras señales concretas de un sesgo de mayor prudencia de aquí en adelante.
La Reserva Federal estadounidense está en camino a reducir sus programas de estímulo monetario mediante recompra de activos, estimando un anuncio para noviembre y un comienzo de ejecución a partir de diciembre, proyectando que el plan duraría de aproximadamente 6 meses para quitar la asistencia por completo. En esta línea, el Banco Central de Noruega fue el primero de un país desarrollado en subir las tasas de interés de intervención y el Banco de Inglaterra comunicó que el primer aumento de tasas puede adelantarse más de lo previsto.
En los países emergentes, las autoridades se encuentran divididos entre las que ya comenzaron las políticas contractivas, subiendo tasas como respuesta a un aumento en la inflación (Rusia, Brasil, México, Perú, Chile), y otros que aún mantienen políticas más laxas para contener los daños económicos ocasionados por el Covid (China, India y los países del Sudeste Asiático).
En el plano geopolítico, el trimestre tuvo condicionantes provenientes principalmente desde China. La mayor presión regulatoria por parte del gobierno Chino, con foco en diversos sectores de la actividad y cuyo objetivo es la “prosperidad común” puso en una situación desafiante sobre todo a las las grandes empresas del sector tecnológico, educativo e inmobiliario, provocando una salida de flujos inversores del país e impulsando una crisis de liquidez en uno de los mayores desarrolladores inmobiliarios del país, Evergrande, con una situación de imposibilidad de pagos de su deuda que aún no termina de solucionarse ni de manifestar la magnitud de sus potenciales ramificaciones en la principal economía asiática.
El esfuerzo de las autoridades chinas por trasladar un mensaje de tranquilidad a los grandes inversores globales tampoco ha impactado, y la cotización de los activos de ese país se ha resentido a raíz de un aumento de la percepción de riesgos políticos, algo que también motivó la salida de flujos inversores de países emergentes, principalmente en la renta variable, debido al peso y la preminencia que tiene China dentro de ese universo.
En resumen, las claves para determinar el escenario que se pueda producir en lo que resta del año en curso y en el próximo, que son, en primer lugar, la combinación entre crecimiento e inflación que se produzca, y la reacción de los bancos centrales ante la materialización de esta combinación. Nuestro escenario central pasa por la continuidad de ritmos de crecimiento económico superiores a lo habitual durante este año y el siguiente, con una paulatina moderación en las presiones inflacionarias, lo que permitiría volver a datos más consistentes con el objetivo de los bancos centrales y evitaría la necesidad de tensar la política económica con mayor velocidad de la prevista por las autoridades.
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Fuente: San Juan Bursátil
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