Noche de sorpresas en Gran Hermano: qué participante ganó la moto y se convirtió en líder de la semana

Una moto no es solo una moto dentro de la casa de Gran Hermano. Es libertad, velocidad, poder. Y esta semana, fue también liderazgo. La batalla por el vehículo comenzó la tarde del lunes 14 de abril como una gesta colectiva, pero terminó como una historia individual: la de Gabriela Gianatassio, la brasileña que encendió el rodado con la llave número 43 y con ella cambió su destino en el reality.
Todo empezó con un desafío atípico. No fue físico, ni de resistencia. Fue un juego de palabras, un crucigrama que debía completarse en equipo, pero uno a uno. Uno escribe, otro continúa. Y así, entre estrategias, miradas cómplices y silencios tensos, los 13 participantes –Catalina Gorostidi, Chiara Mancuso, Eugenia Ruíz, Gabriela Gianatassio, Juan Pablo de Vigili, Katia Fenocchio, Lourdes Ciccarone, Lucía Patrone, Luz Tito, Sandra Priore, Selva Pérez, Santiago “Tato” Algorta y Ulises Apóstolo– fueron delineando su paso a la siguiente ronda.
A diferencia de la prueba del auto 0 km, reservada exclusivamente para los concursantes “originales”, esta vez todos, sin distinción de ingreso, tuvieron la oportunidad de competir. El juego estaba abierto, la moto, al alcance de cualquiera.
Esa noche, bajo las luces del estudio y la voz de Santiago del Moro, la trivia definió a los semifinalistas. Fueron ocho: Ulises, Gabriela, Lourdes, Lucía, Tato, Catalina, Juan Pablo y Selva. Uno a uno fueron cayendo. Ulises y Lourdes no pasaron del primer round. Luego vino el homenaje a los 35 años de Telefe, una serie de preguntas que desarmaron a Tato y a Gabriela. Pero fue ella, la brasileña, quien se impuso en el desempate de cultura general. Una chispa, una certeza. Y el pase a la final.
Cincuenta llaves, cinco jugadores, una moto. El azar tomó el mando y en la primera elección definió el juego. Lucía eligió la número 39. Nada. Catalina fue por la 45. Tampoco. Selva apostó por la 26. Negativo. Juan Pablo –Devi, para los íntimos– se arriesgó con la 17. Silencio. Y entonces llegó ella. Gabriela. Seria. Firme. Tomó la número 43. Giró la llave. Y la moto rugió.
Ese rugido selló su liderazgo en la semana 20 del juego. Pero también fue otra cosa. Una afirmación, una conquista. Como en la temporada pasada, cuando Federico Manzana Farías ganó el mismo desafío, aunque entonces solo los originales compitieron. Esta vez, el mérito fue doble.
No solo se festejaba el premio material. También por lo que significa en una casa donde cada objeto es símbolo y cada prueba, un campo de batalla. El resto la miró. Algunos con asombro. Otros, con la resignación masticada. La moto ya tenía dueña. Y la casa, una nueva reina.
Tras ello, Gabriela recibió un poder temido y decisivo: la fulminante. Un disparo directo hacia la placa negativa que se definirá esta semana, una jugada que no dudó en utilizar para marcar territorio. Lo hizo con precisión, con estrategia y con algo de revancha. Su blanco: Luz Tito.
“La casa está dividida en dos y vienen en contra nuestro, así que yo voy en contra de ellos. Además, la convivencia no es la mejor, así que fulmino a Luz”, anunció Gaby, sin titubeos. La frase retumbó como un portazo en la casa. Y la batalla quedó expuesta.
Detrás de esa decisión no solo hay cálculo. Hay tensión acumulada. Gabriela y Luz vienen de un choque frontal durante los ensayos de Esperando la carroza, donde ambas se negaron a interpretar el papel de “borracho”, el mismo que Enrique Pinti inmortalizó en el icónico filme. El cruce subió de tono, y lejos de disiparse, se arrastró hasta el vivo, donde la discusión volvió a florecer.
Luz optó por dar su versión con tono sereno, pero firme. Gabriela, en cambio, fue tajante. “No tengo por qué darle explicaciones”, le soltó, cerrando el tema con una pared de indiferencia. Y como si hiciera falta una voz más para inclinar la balanza, la directora de la adaptación, Sandra Priore, respaldó a la brasileña. La grieta está abierta. Y ya tiene nombre propio.