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Primer mes de Milei: devaluación, aumentos sin tope, despidos de empleados públicos y tarifazos

«Todo está dentro de lo esperado». La frase fue pronunciada por Javier Milei en las últimas horas, a modo de balance sobre su primer mes de mandato, y la repiten en off the record varios de los funcionarios de primera línea, como un mantra, para mostrar calma en el seno de un Gobierno que decidió apurar la confrontación con buena parte de los sectores que el Presidente engloba en la «casta».

Aunque en el Congreso el oficialismo recién dio su primer paso este martes con el inicio del debate del proyecto «Bases y Puntos de Partida para la Libertad», en la Casa Rosada evalúan que la hoja de ruta que Milei trazó durante la campaña y al asumir «se está respetando a rajatabla». De ahí surge la inflexibilidad que ensaya el Ejecutivo ante las quejas de sectores de la oposición que cuestionan el mega DNU y la diversidad de temas que contempla la denominada «ley ómnibus».

«Está haciendo lo que propuso como candidato. Tiene esa legitimidad de que el 56 por ciento lo eligió habiendo dicho cosas que otros candidatos no se hubieran animado, como por ejemplo hablar de privatizaciones. Por eso escuchamos las críticas pero no estamos dispuestos a negociar el norte. La gente nos votó para esto», dicen muy cerca del Presidente.

En la intimidad, cuentan los funcionarios que más lo frecuentan, Milei se muestra más sereno de lo que lo hace públicamente. E incluso que su propia tropa. «Son 100 años de decadencia con sectores que viven de esos beneficios, era obvio que resistirían el cambio», le dijo el jefe de Estado a alguien de su confianza al que escuchó quejarse de la «máquina de impedir», como el titular de la Cámara de Diputados, Martín Menem, señaló a la oposición liderada por el kirchnerismo.

Pero el dilema del Gobierno no se acota sólo a los K. El vínculo con la oposición, con excepción del ala dura del PRO, es un capítulo que deja más interrogantes que certezas puertas adentro de la Casa Rosada.

Javier Milei llega a su primer mes de gestión con un ambicioso plan de reformas, economía en rojo, negociaciones con la oposición, internas en su equipo de gobierno y el anuncio de un paro que va tomando fuerza. Lo analiza Elizabeth Peger, editora de política de Clarín.

Es que si bien entre el balotaje y la asunción de Milei, el ministro del Interior, Guillermo Francos, pareció erigirse como una figura para lograr -y garantizar a sus interlocutores- acuerdos, en los 30 días de gestión sufrió reveses con los sectores más puristas del oficialismo que vieron desdibujada la confianza de los opositores dialoguistas.

El paro en tiempo récord de la CGT fue el símbolo de eso. Francos calmó a su cúpula gremial con la idea de que el Gobierno no iría por sus cajas, mientras el «ministro sin cartera» Federico Sturzenegger escribía el proyecto que hizo estallar la relación. En el medio, Milei quedó expuesto: 24 horas antes del anuncio de la medida de fuerza dijo que «los gremios no son el problema de la Argentina».

Entre los «logros» del mes, en el Gobierno resaltan «el sablazo que se le pegó a la brecha» que había en los distintos tipos de cambio. «Haber achicado la brecha inicialmente salió mejor de lo pensado», considera un encumbrado funcionario en un despacho de la Casa Rosada, pese a que tras haber logrado reducir esa diferencia a un 17 por ciento hoy volvió a superar el 50% y tensiona a los mercados.

«Haberlo podido hacer sin que volara todo, incluso con 60% de aumento de naftas, ayuda a derrumbar los fantasmas que impuso durante mucho tiempo el kirchnerismo en el debate shock ó gradualismo», completa la misma fuente.

En ese sentido, la orden que Milei transmitió a sus colaboradores en sus primeros pasos en Balcarce 50 fue concreta: «Nos dice que no tenemos que pensar en perder capital político, no hay que pensar en cómo nos cuidamos para ganar la próxima elección sino en hacer lo que vinimos a hacer», cuenta un interlocutor inobjetable del jefe de Estado.

De esta premisa se desprenden las múltiples y diversas pujas que propuso la administración de Milei, en donde se jactan de haber tocado intereses «como ningún otro Gobierno».

La pelea con los movimientos sociales fue, según un estrecho colaborador de Milei, «una de las principales batallas». «Se dio con mucho riesgo pero salió bien», razona la aplicación del protocolo antipiquete que implementó la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich y la decisión de que «el que corta la calle no cobra» más un plan social que ejecutó Sandra Pettovello (Capital Humano). «Podría haber salido mal, pero valió la pena para dar un mensaje de que en la Argentina se va recuperando el orden», concluye.

En las encuestas propias que el Gobierno maneja con extremo recelo, los funcionarios advierten que es uno de los puntos que más valoran los votantes de Milei. «No perdimos ni uno. Estamos en los mismos niveles de aprobación de gestión que los votos que sacó en el balotaje», refuerza un amigo del Presidente, que pondera el número teniendo en cuenta que por el momento «sólo hubo malas noticias». En el viaje que el mandatario emprenderá la semana próxima rumbo a Davos, dicen en el Ejecutivo, podría empezar a revertirse: apuestan a que las medidas adoptadas propicien el anuncio de inversiones.

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