Espectáculo

Rosario Vera Peñaloza, la Maestra de la Patria

Nació en Atiles, provincia de La Rioja, el 25 de diciembre de 1873.
Paradigma de la docencia, recorrió en su carrera todos los estamentos del rol: maestra jardinera, docente de grado, profesora, directora, supervisora, inspectora, fundadora de institutos educativos y capacitadora pedagógica en enseñanza primaria y media, tanto pública y privada.
Fue la creadora del primer jardín de infantes que hubo en la Argentina y, por encargo del Consejo Nacional de Educación dio nacimiento al Primer Museo Argentino para la Escuela Primaria, el actual Complejo Museológico del “Instituto Félix Fernando Bernasconi”, en el barrio porteño de Parque Patricios, una de las mejores escuelas primarias del país.
Su impecable trayectoria como docente hizo que llegara a ser designada Inspectora de Enseñanza Secundaria, Normal y Especial. Trayectoria durante la cual también dio a la luz varias obras entre las que se manifestó su amor por la enseñanza y la historia.


Algunas de las cuales fueron “Historia de la Tierra”, , “Cuentos y poemas”, “Pensamientos breves sobre juegos educativos”, “Enseñanza práctica de las fracciones”, “Herencia sagrada”, “La casa histórica de Tucumán”, “Mi credo patriótico”, “El paso de los Andes por las seis rutas”, “Estudio comparativo de los sistemas Montessori y Froebeliano”, y “El kindergarden en la Argentina”.
Vivió con unos parientes durante una parte de su infancia en nuestro San Juan, ya que en La Rioja no había escuelas.
Aquí cursó la educación primaria y regresó a su provincia a los diez años, edad a la que quedó huérfana por lo cual fue criada por su tía Jesusa Peñaloza. Para entonces dos de las maestras estadounidenses contratadas por el presidente Domingo Faustino Sarmiento, Annette Haven y Bernice Avery, habían fundado la Escuela Normal de La Rioja en la que se recibió de maestra normal.
Siguió sus estudios con otra de las maestras estadounidenses, Sara Chamberlain de Eccleston, esta vez en Paraná, en la Provincia de Entre Ríos, donde con solamente 20 años logró el Título Superior de Enseñanza. Ciudad en la que comenzara su actividad docente.
Pronto volvió a La Rioja donde en 1898 fundó el jardín de infantes de la Escuela Normal, el primero en el país, luego del cual impulsó la aparición de varios más en la hoy Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en Paraná y en la ciudad de Córdoba, lo que la convirtió en la gran pionera en la materia y por lo cual se la recuerda especialmente.
Muy joven, fue por un breve período vicedirectora de la Escuela Normal de La Rioja, y luego en Córdoba se desempeñó durante un lustro como subdirectora de la Escuela Provincial Juan Bautista Alberdi, período durante el cual también impulsó la aparición de jardines de infantes.
Dirigió la Escuela Normal N* 1 de la CABA donde también se desempeñaba como profesora hasta que fue designada inspectora de las escuelas municipales mientras dictaba pedagogía y matemáticas en la Escuela Normal del Divino Maestro, luego absorbida por el profesorado de Lenguas Vivas.
Fue una seguidora de la pedagogía del también riojano Joaquín Víctor González basada en la geometría; impulsó la creación de bibliotecas en buena parte del país dando cursos y conferencias; fue parte del Primer Congreso Patriótico de Señoras en América del Sur en 1910, en la CABA; durante 17 años motorizó el desarrollo del museo del Instituto Félix Fernando Bernasconi; y lideró en Córdoba un grupo de notables, entre ellos muchas mujeres, que logró la repatriación de los restos del riojano Pedro Ignacio Castro Barros, uno de los destacados religiosos que aprobaron la Independencia el 9 de Julio de 1816 en el Congreso de Tucumán.
Tras vivir varios años en la CABA, en 1950 concurrió a un homenaje que se le hizo en Chamical por la creación de un jardín de infantes que lleva su nombre. Bailó una zamba y festejó pero ya enferma de cáncer uterino se fue a la casa de Jorge Vera Vallejo padre en la misma Provincia de La Rioja donde falleciera poco después. Tenía 66 años y era soltera.
Sancionados por una ley nacional en 2014, fue homenajeada con una estampilla postal; con numerosas escuelas que llevan su nombre en todo el país; la declaración de interés provincial de su casa en 1980; con la denominación de una calle del barrio porteño de Puerto Madero; mientras el Instituto Sanmartiniano le otorgó un primer premio póstumo por su “Credo patriótico” y una condecoración por su adaptación para los niños de la “Vida del General San Martín”

Además de la zamba de Félix Luna y Ariel Ramírez : Rosarito Vera, Maestra

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