Cosas Buenas

La leyenda de san Nicolás: el origen de Santa Claus

La gran mayoría de las personas saben que estas Navidades, al igual que en todas las anteriores, habrá un momento dedicado a contar historias. Ya sean relatos familiares, cuentos para los pequeños o esa película romanticona que sale en la tele, las narraciones son un elemento típico de la Navidad, junto a los polvorones, los regalos y la decoración.

Hay un personaje de esta época que es conocido prácticamente en el mundo entero, y eso que no es el realmente importante, que es Cristo, pero sí un buen amigo suyo: san Nicolás de Bari. Si el nombre no termina de encajar, tal vez te suene más por su seudónimo: Papá Noel.

Antes de que el hombre barbudo conquistara los escaparates, la figura de Santa Claus recordaba mucho más a san Nicolás, un obispo del siglo IV en el que se inspiró el folclore para crear la leyenda de Papá Noel.

El origen

Poco se sabe de la auténtica vida de Nicolás de Bari. Nació bajo el dominio del Imperio Romano y algunos dicen que asistió al Primer Concilio de Nicea. Parece que venía de una familia cristiana acomodada y que le nombraron obispo casi por casualidad. Con más seguridad se puede afirmar que era un hombre muy generoso y a su muerte la gente ya le tenía mucha devoción.

El obispo san Nicolás de Bari (Wikimedia Commons)

Tras la muerte de Nicolás, el emperador Teodosio mandó construir una iglesia en el lugar de su sede episcopal para venerar sus reliquias. Sin embargo, los huesos del santo cambiaron de lugar varias veces, pues mercaderes y devotos trasladaron sus restos de ciudad en ciudad. La localización actual de cuerpo de san Nicolás de Bari es un asunto controvertido que se encuentra en manos de los arqueólogos.

Pero, ¿cómo puede ser que una persona de la que sabemos tan poco se haya convertido en una de las figuras más reconocidas de la Navidad? Aquí entra en juego la leyenda.

Cuenta la historia que san Nicolás de Bari rescató a tres jóvenes cuyo padre estaba en la ruina. Al no poder concertar matrimonios por la falta de dinero ni tener medios para sobrevivir, las tres mujeres estarían destinadas a la prostitución. Al enterarse de ello, el obispo tiró por una ventana de la casa una bolsa con monedas de oro, sin que nadie se diera cuenta. Cuando el padre la encontró, pudo casar a la hija mayor al disponer de dote. Poco después, Nicolás de Bari repitió el gesto. La segunda hija también pudo celebrar su matrimonio.

En su tercer acto de generosidad el benefactor no logró pasar desapercibido. El padre se dio cuenta y no pudo más que arrodillarse ante el obispo para agradecer su gesto. San Nicolás pidió al hombre que no contara a nadie el origen de los tres regalos. Por eso, hoy es la historia más famosa del santo.

Santa Claus y san Nicolás

La figura de Papa Noel se apoya en parte de este relato. Algunas variaciones de la narración cuentan que san Nicolás dejó caer las monedas por la chimenea de la casa (así como hoy baja Santa Claus por ese estrecho canal), por lo que el oro cayó dentro de unas medias que las jóvenes habían dejado para que se secaran (y por eso hay que colgar los calcetines todos los años en la chimenea).

Dicen también que el santo ha rescatado a varios niños. Al parecer, en vida resucitó a tres pequeños que habían muerto tras caer de un árbol. También intercedió para que volvieran a la vida unos niños asesinados por un cruel hostelero. Incluso rescató a un niño durante la Segunda Guerra Mundial. La madre de la criatura le perdió de vista durante un bombardeo en la ciudad de Bari. Horas después, el pequeño apareció en la puerta de casa totalmente ileso, explicando que un tal san Nicolás le había protegido y ayudado a regresar.

Pero la relación del obispo con la Navidad no es cosa nueva. Desde la Edad Media es costumbre hacer regalos a los pequeños, por quien claramente velaba san Nicolás, en la víspera de su fiesta, el 6 de diciembre.

San Nicolás en la actualidad

Este bonito recordatorio ha tomado su forma actual a través de la influencia de otras figuras y leyendas europeas. Entre ellas se encuentra “Father Christmas”, un personaje de un poema inglés del siglo XV; “Sinterklaas”, un anciano majestuoso que lleva una capa y se nutre de la cultura de los Países Bajos, de Suiza y de Bélgica; y “Mikulás”, un personaje legendario del pueblo húngaro.

Con el paso del tiempo, el recuerdo de san Nicolás de Bari, sus regalos y su aprecio por los niños se ha ido deformando. El Papa Noel que conocemos hoy llegó a través de reinterpretaciones de las tradiciones europeas en Estados Unidos. Poco a poco, el santo cristiano se transformó desde el dibujo de un caricaturista hasta el anciano vestido de rojo y blanco (que los colores se deban a una conocida marca de bebidas es también parte de la leyenda).

Algunos países consideran que Santa Claus es el resultado de apartar a Dios de la Navidad, haciendo que esta época pierda su esencia. Para otros, es un reclamo comercial que invita al consumo. Sin embargo, nadie puede quitar a los católicos a su san Nicolás, que funciona un poco como precursor del día más importante de estas fechas y que, como buen alumno de su Maestro, hizo vida aquella famosa frase: “Dejad que los niños se acerquen a Mí” (Mateo 19,14).

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