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Antes de la sentencia, Gil Pereg contó cómo “se convirtió” en gato y negó el doble crimen: “Jamás podría vivir sin madre”

El israelí Nicolás Gil Pereg, acusado de matar y enterrar a su mamá y a su tía en el fondo de su casa de la localidad mendocina de Guaymallén aseguró ayer que su madre le “habla en la cabeza”, que cree que “está viva” y que “la fiscalía y la policía ocultaron los cuerpos” en su terreno para involucrarlo. Tras su declaración, el juicio pasó a un cuarto intermedio hasta este miércoles, cuando se realizarán los alegatos de clausura y luego el jurado pasará a deliberar para dar a conocer su veredicto.

“Me culpan porque vivo de forma rara, precaria, de forma no común como la de ustedes”, dijo el acusado ante el jurado popular que lo juzga por doble homicidio. Este martes, después de haber sido desalojado en el inicio del debate por “maullar” sin parar, Gil Pereg habló por primera vez desde que fue detenido en 2019.

Sin levantar la vista del suelo, el acusado recordó primero cómo era su vida en Israel y contó que “todo lo malo” que vio cuando formó parte del Ejército lo llevó a pedir ayuda a un psiquiatra de la fuerza para “salir de ahí”, sin éxito. “Con la ayuda de mi mamá, decidí escapar. Ella me iba a mandar plata para vivir en otro país. Fui a Chile poco, luego a Buenos Aires y me fui porque había mucho tráfico”, relató.

Después, el israelí empezó a hablar de su madre, Phyria Saroussy, cuyo cuerpo junto con el de su hermana fueron encontrados el 26 de enero de 2019 en la casa del acusado. “Yo veo a mi madre que me habla en la cabeza. Me dice que está secuestrada en un lugar oscuro. Que mi vieja esta muerta es mentira. No vi una foto, no vi nada. No sé donde están. La policía y la fiscalía ocultaron los cuerpos en mi terreno. Hicieron un allanamiento y no encontraron nada y justo el sábado encontraron el cuerpo”, haciendo referencia a que él ya había sido detenido y liberado antes.

“Ella está viva, no sé qué encontraron o no. Yo sé que está viva”, reafirmó. Según él, lo “culpan” porque vive “de forma rara, precaria”, “no común”, y al referirse a su mamá, expresó: “Es mi vida. Jamás podría vivir sin madre. Yo vivía gracias a ella. Ella me enviaba dinero para poder sobrevivir. No tengo como vivir sin ella”.

Esta vez sin emitir ningún “maullido” pero nuevamente vestido con una remera roja, Gil Pereg dijo que le gusta coleccionar armas y que en su casa tenía “37 gatos”, a quienes aludió como “mis hijos”. “Me preocupan mucho mis hijos. Dónde están, si los van adoptar, si los van a castrar”, expresó.

Fue entonces cuando describió la supuesta transformación que lo llevó a convertirse también él en un animal. “Después de haber visto toda la maldad que hacen ustedes las criaturas de dos patas, decidí ser un gato. Vivo 100% como gato, como alimento, juego con los gatos y siempre he maullado”, aseguró el israelí, y enfatizó: “Un solo pelito de uno de mis hijos, vale más que todas las criaturas de dos patas de este mundo”.

Como si su repudio a la raza humana no hubiera sido claro todavía, insistió: “Todos los humanos son basura y sólo saben hacer el mal. Son el diablo mismo. Mi madre y mi abuelo eran la única excepción”. Por último, Gil Pereg explicó la existencia de un gato “líder” que dice protegerlo y lo describió como “un gato grande, como de 50 kilos”.

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